La vicepresidenta y canciller colombiana ahonda en los fuertes vínculos que ambos países han mantenido por 200 años y dice que los retos del contexto global serán parte del diálogo de esta asociación estratégica binacional.
Marta Lucía Ramírez
Vicepresidenta y canciller de la República de Colombia
Somos dos países andinos, miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que compartimos el privilegio de contar con naciones jóvenes, talentosas y en crecimiento, nos destacamos por la riqueza en activos naturales estratégicos, con una importante proyección comercial al Asia Pacífico, con altas capacidades productivas en la agroindustria, servicios, infraestructuras físicas competitivas e instituciones democráticas sólidas abiertas a las demandas sociales de cada país.
La hermandad que nos ha unido en estos 200 años se ha forjado tras superar desafíos históricos, por una absoluta convicción democrática y el compromiso irrenunciable de construir sociedades más justas, incluyentes y sostenibles.
A lo largo de estos dos siglos de historia republicana, ambos países han recorrido extensos caminos con el propósito de consolidar un Estado de derecho sólido, una institucionalidad democrática robusta, economías prósperas y productivas al servicio del bienestar y la cohesión social de sus poblaciones. Cuando se hace un recuento de los hitos históricos en este bicentenario de la relación entre ambas naciones, encontramos que el comercio es uno de los pilares esenciales de este vínculo diplomático que nació con la firma del Tratado de Amistad, Liga y Confederación, cuyos 200 años celebraremos el próximo 21 de octubre. En efecto, el 16 de febrero de 1844 se suscribió el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre la República de la Nueva Granada y la República de Chile. Más de un siglo después, el 19 de marzo de 1970, se suscribió el convenio para evitar la doble tributación de las empresas de navegación aérea y marítima en el sector de impuestos sobre la renta y capital, y el 27 de noviembre de 2006 suscribimos el Acuerdo de Libre Comercio que entró en vigor el 1 de enero de 2012. No menos importante para este y otros sectores de nuestra agenda internacional, es la Declaración Presidencial de Lima, con la cual los Jefes de Estado de Chile, Colombia, México y Perú establecieron la Alianza del Pacífico el 28 de abril de 2011.
De igual forma, el cuerpo normativo colombiano, que ha permitido construir un Estado Social de Derecho férreo, tiene por antecedente el Código Civil del jurista Andrés Bello, el cual fue adoptado por los Estados de la Confederación Granadina y luego por la Unión. Y qué decir de la cooperación para la defensa de las instituciones e integralidad del territorio, por lo que he de recordar la deferencia de Chile en 1885, cuando acudieron a la defensa de los intereses de la Unión Colombiana, al suscitarse una crisis con los Estados Unidos. Del mismo modo, gracias al aporte que hace más de dos década Chile brinda al Programa Antártico Colombiano, hemos y seguiremos llegando a la Antártica.
Son 178 años de confianza en la relación comercial y de inversión que, a 2021, alcanzó los US$ 1.090 millones en exportaciones (41% más que en 2020), dentro de las cuales se incluyeron 623,5 millones de bienes no minero-energéticos, lo que ha significado la oportunidad para más de 865 empresas colombianas de exportar sus productos con registros por montos iguales o superiores a US$ 10.000 millones.
En materia de construcción de paz, Chile es el primer y único país latinoamericano que hace parte del Fondo Multidonante de Naciones Unidas para el Posconflicto y del Fondo Fiduciario de la Unión Europea para Colombia. En el mismo sentido, ha brindado un aporte sustantivo con el contingente de las Fuerzas Armadas y de Seguridad chilenas a la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia.
Los acuerdos e instrumentos que suscribimos con Chile tienen una vocación de atemporalidad, con una visión futurista y de prospectiva constructivista. Por citar un ejemplo, el 6 de noviembre de 1914 se suscribió el tratado de extradición entre ambas repúblicas, conscientes de la necesidad de hacer frente a los desafíos de la delincuencia trasnacional. Con esa misma visión, el 24 de septiembre de 2021 se renovó ese compromiso al suscribir una versión actualizada del tratado de extradición que además contempla la evolución de la criminalidad y sus formas de operar.
Finalmente, desde el 16 de agosto de 2011, se suscribió el Memorando de Entendimiento para la Asociación Estratégica entre la República de Chile y la República de Colombia (CAE), mecanismo que institucionaliza la relación bilateral a un nivel superior, en el que hacemos una revisión exhaustiva de todas las aristas de la relación bilateral y del cual se derivan compromisos importantísimos en pro del interés de ambas naciones y de sus conciudadanos.
Grandes retos
El CAE y la celebración de este bicentenario de relaciones diplomáticas nos hacen pensar sobre el futuro que nos depara. El contexto global y los retos que devienen consigo deben situar en el centro de nuestro diálogo político muchísimos temas de especial relevancia, todos los cuales hacen parte de la profundización continua de nuestra asociación estratégica binacional. Bajo esa égida, se incluyen la diversificación y ampliación de la Alianza del Pacífico; la respuesta coordinada e integral a los desafíos migratorios del continente, que incluye el respeto a los principios de humanidad, corresponsabilidad y solidaridad; la efectiva mitigación y adaptación al cambio climático; la protección y aprovechamiento de los océanos, y la transición energética, para lograr un desarrollo bajo en carbono que potencie la competitividad y sostenibilidad en ambos países y la región. No se deben dejar de lado los procesos de admisibilidad sanitaria de productos agrícolas y pecuarios de interés estratégico de cada país, y la potenciación de los lazos económicos, comerciales, de inversión y turismo, que contribuirán a acelerar la positiva reactivación económica y la recuperación del tejido productivo y social afectado por la pandemia, entre otros asuntos.
Estos son algunos de los pilares que han marcado la hoja de ruta de un relacionamiento estrecho pero, sobre todo, estratégico entre nuestras naciones, que deben marcar también un futuro basado en la confianza en las instituciones de uno y de otro lado.
El aniversario número 200 de relación bilateral, será la ocasión para renovar el espíritu de hermandad y entendimiento que une a ambos países. Será también una oportunidad valiosa para aunar esfuerzos hacia el futuro y, de manera mancomunada, trabajar en los desafíos contemporáneos, siempre pensando en el desarrollo de nuestras naciones, el interés de nuestros connacionales y en la importancia de estar al nivel de las demandas globales para heredarles a las futuras generaciones un mundo mejor.
Columna de opinión Publicada en diario Mercurio
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