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La vicepresidenta de Colombia Marta Lucía Ramírez visitó ayer la ciudad de Neiva donde desarrolló una agenda social enfocada en las mujeres. En su paso por la capital huilense la también canciller dialogó con LA NACIÓN sobre su gestión que está ad portas de culminar, además se refirió a la situación que vive el país por la disparada del dólar. Aseguró que el gobierno electo debe enviar señales que generen confianza y estabilicen los mercados.

A solo semanas de entregar su cargo la vicepresidenta de Colombia Marta Lucía Ramírez visitó la ciudad de Neiva para desarrollar una agenda social enfocada en las mujeres. La también canciller hizo un recorrido por el lugar donde se construye la ‘Casa empoderadora para la mujer’, un lugar que permitirá brindar atención integral a las víctimas de violencia doméstica.

En su paso por la capital huilense la vicepresidenta dialogó con LA NACIÓN sobre su gestión que está ad portas de culminar, además se refirió a la actual situación que vive el país con la disparada del dólar. Aseguró que “es necesario cuanto antes emitir mensajes que den confianza y estabilidad, que se sepa que en Colombia hay condiciones para seguir invirtiendo”. Ramírez además le envió un mensaje al nuevo canciller.

Vicepresidenta, ¿Cuál es el motivo de su visita a Neiva?

Un tema que trabajé desde la Vicepresidencia fue el de la equidad de género, creamos un fondo ‘mujer emprende’ para apoyar el financiamiento de sus proyectos, logrando que las mujeres se vuelvan empresarias que generan empleos. Tengamos en cuenta que la situación del Huila en materia de competitividad no es mala, es el departamento numero 15 a nivel nacional, pero la participación de las empresas manufactureras y exportadoras es muy bajita y queremos que haya más mujeres empresarias.

Por esta razón priorizamos a Neiva para crear una casa de la mujer emprendedora, la cual vamos a inaugurar pronto, quise venir para revisar la obra porque le he puesto el alma a este proyecto de mujeres empoderadas del Huila. Esta fue una iniciativa mía que surgió sin recursos, pero juntando muchas voluntades.

En este caso hemos tenido el apoyo del Gobernador Dussán que ha sido un excelente coequipero para todas las áreas de nuestro gobierno, pero también del alcalde Gorky, de tal manera que hemos conseguido que estas casas a nivel nacional nos sigan trayendo cooperación de diferentes sectores.

Estas casas les ofrecen a las mujeres consultorio jurídico, ayuda psicológica, pues tenemos que acabar esta cultura violenta contra las mujeres huilenses y colombianas. Estos espacios buscan que las mujeres tengan mucha más conciencia de sí mismas y apoyarlas para que puedan desarrollar sus proyectos productivos. Cuando una mujer es autónoma económicamente es menos susceptible a la violencia, y para mí este ha sido un tema fundamental en la Vicepresidencia.

¿Ve posible una Colombia sin tanta violencia contra la mujer?

Claro que sí, nosotros tenemos que entender que es a través del respeto a la otra persona que se logran los cambios, la cultura de la agresividad tiene que cambiar desde el hogar, haciendo que las mamás y los papás estén mucho más consientes de lo que significa educar a los hijos en la tolerancia.

Tenemos que acabar cualquier tolerancia de la agresión contra la mujer, el acoso, la violencia física, emocional, económica, tenemos que lograr que las mujeres empoderadas del Huila crezcan cada día más en autoestima y capacidades, en su desarrollo económico. Vemos un potencial enorme, porque el Huila lo tiene, tenemos que lograr que este se vuelva un departamento más industrial y todo esto tiene que ver con la mujer, la cual debe participar.

Gracias a una iniciativa nuestra en la Vicepresidencia con la ayuda de la Consejera para la Equidad de Género, Gheidy Gallo, logramos una reforma a la ley de regalías donde se permite que haya un uso de recursos para proyectos de equidad de género, es el primer proyecto que nos aprueba Planeación Nacional en el Huila por el orden de los 5 mil millones de pesos.

Crear estrategias para combatir la informalidad fue otra de sus metas, ¿Cómo le fue?

Así es. También se hizo un trabajo muy importante con la población informal, desarrollé un programa en la Vicepresidencia en beneficio de este sector vulnerable que en Neiva es muy alto, más del 50%. Esta iniciativa la hemos convertido en unos programas sociales de inclusión productiva sobre todo pensando en los vendedores informales, lo que demuestra que el presidente Iván Duque le apostó al crecimiento económico, solo en el primer trimestre de este año estuvimos dentro de los tres primeros a nivel mundial, pero también hemos hecho una apuesta por este crecimiento enfocado en lo social.

Se acerca el fin de su gobierno, ¿Qué representó ser la Vicepresidenta de los colombianos?

Yo nunca he tomado los cargos como un honor sino como una gran responsabilidad. Para mí ser la primera mujer Vicepresidenta de Colombia implicó la responsabilidad de trabajar muy duro por las mujeres del país, entre otros temas. Esto permitió abonar el espacio para las mujeres en la Vicepresidencia de Colombia.

Me siento muy contenta de que me suceda otra mujer, tenemos posiciones filosóficas, ideológicas y políticas distintas, pero no importa, porque sé que al final hay una convergencia en este deseo de apoyar a las mujeres colombianas, de acabar la violencia y sobre todo buscar que Colombia progrese con el liderazgo de las mujeres.

¿Para usted en estos cuatro años cuáles fueron los momentos más emotivos y los más difíciles?

Hubo muchos momentos difíciles, fue muy doloroso todo lo que sucedió con la pandemia, perder tantas vidas, sabemos que esto le pasó al mundo entero, pero al final estuvo la satisfacción de que logramos tener unos indicadores mejores que otros países.

También fueron muy difíciles las protestas del 2019 y 2021, saber que las habían organizado, mucha gente quería protestar porque estaba insatisfecha con cosas, pero lamentablemente infiltraron las protestas e hicieron vandalismo con el propósito de afectar al Gobierno perjudicando la sociedad. No se vale, uno no puede hacerle tanto daño a la gente, a los comerciantes y las entidades.

En lo personal fueron dolorosos los ataques, a mí me hicieron una campaña de desprestigio muy miserable, porque fueron muchas mentiras y calumnias manejadas a través de redes sociales y que lamentablemente reprodujeron algunos medios. Y cuando vimos esta campaña presidencial tan sucia, donde había estrategias para desprestigiar al contendor, uno se da cuenta que el país realmente tiene que frenar ese tipo de violencia. Con tal de sacarlo a uno del camino político son capaces de cualquier cosa.

Me siento con la gran satisfacción del deber cumplido por el trabajo hecho desde la Vicepresidencia y la Cancillería, pero también diciendo que hay que cambiar cosas. Tenemos que seguir trabajando porque el crecimiento económico vaya de la mano con la inclusión social.

¿Cómo queda el país en las relaciones exteriores?

Muy bien. Yo entré en un momento donde había una relación tensa con los Estados Unidos, ahora Colombia es el aliado estratégico numero uno de Estados Unidos en América Latina, asimismo, me dediqué a fortalecer relaciones con otros países y regiones, con la Unión Europea, también busqué acercar a Colombia con Turquía que es un país tan influyente en el mundo. Y tenemos una relación muy sólida con la mayoría de países de América Latina.

Desafortunadamente está la situación contenciosa con la dictadura de Venezuela, pero es que no es fácil que un país pueda tener una relación amigable con otro donde hay una dictadura establecida, que no solamente ha generado una crisis humanitaria, sino que también es una amenaza para Colombia, porque allá está el terrorismo internacional, el narcotráfico colombiano, el apoyo a los líderes tanto de las Farc como del ELN…

¿Qué consejos le da usted al nuevo canciller, Álvaro Leyva Durán?

Que no excluya de su agenda la búsqueda de inversión extranjera porque eso genera empleos en nuestro país; que la agenda internacional no se concentre solo en hablar de diálogos con el ELN, sino también en fortalecer la cooperación en ciencia, tecnología, en programas estudiantes, que sea muy diversa.

¿Qué opina del momento económico que vive Colombia con la disparada del dólar?

Me parece que es malo para Colombia porque desafortunadamente el aumento del precio del dólar encarece todas las importaciones que hace nuestro país, no solo de alimentos, sino las manufactureras, hay muchos productos industriales que nosotros no producimos, además de los servicios que contrata Colombia en el exterior.

Además, la subida del dólar encarece la deuda externa y Colombia como todos los países aumentó su deuda externa por cuenta de la pandemia.

Entre todos tenemos que hacer el trabajo de darle estabilidad al país en la economía y el mercado, creo que las señales del gobierno nuevo van a ser muy importantes para que se estabilice el país y haya confianza, para que la gente no quiera sacar sus capitales, sino decidan seguir invirtiendo en Colombia.

Hay que rodear al gobierno electo, esto significa una democracia, no es el momento de pensar en irse de Colombia.

¿Cuál cree que debe ser el mensaje del Gobierno electo para calmar los mercados?

Creo que es muy importante dar señales claras que generen confianza y estabilicen. Lamentablemente en la campaña se dijeron muchas cosas y hoy el gobierno electo está dando unas señales distintas, este es el momento de hablar con mucha mesura y responsabilidad. Es necesario cuanto antes emitir mensajes que den confianza y estabilidad, que se sepa que en Colombia hay condiciones para seguir invirtiendo.

Vicepresidenta, ¿Cuál su mensaje final para los huilenses?

Hay que apostarle más al desarrollo de este departamento, nuestro gobierno hizo inversiones importantes en infraestructura y otros sectores, pero tenemos que continuar teniendo en cuenta el potencial del Huila.

Entrevista publicada en La Nación
https://bit.ly/3ySrA93

Por Marta Lucía Ramírez
Vicepresidenta y Canciller de Colombia

Hoy más que nunca creemos en el sentido y propósitos de la OEA.

Recientemente se han escuchado cuestionamientos sobre la relevancia de la Organización de Estados Americanos (OEA), sin que se sepa para dónde va esta postura ni qué se buscaría en un foro que por sustracción de materia aislaría a América Latina y el Caribe de los Estados Unidos de América y Canadá, países desarrollados con los que compartimos la presencia en este hemisferio y que han contribuido con inversión y cooperación al progreso de muchos de nuestros países.

Sin eufemismos, hay que reconocer que el organismo regional más antiguo del mundo y que congrega a todos los países del continente (salvo Cuba, que no ha querido reincorporarse) atraviesa un momento desafiante que se refleja en la percepción negativa del mismo por parte de algunos Estados y en la posición de otros gobiernos que replantean su papel en el hemisferio.

Nada más vigente hoy que la célebre frase de Alberto Lleras Camargo, el primer Secretario General, colombiano y gran promotor de este organismo, cuando expresó que la OEA no será nunca nada diferente de aquello que sus Estados miembros quieran que sea.

Es por ello que debemos preguntarnos: ¿qué necesitan nuestras naciones que sea la OEA?, ¿qué queremos hoy por hoy que sea? Sin duda, queremos y necesitamos un foro en donde converjan nuestros países para promover en todos ellos, sin excepción, los valores de la democracia y del desarrollo, tal como se dispuso en su carta fundacional, pues la tarea que aún queda pendiente es larga y debemos asegurar el cómo la OEA puede contribuir más eficazmente en la consecución de esos propósitos.

Es innegable que la democracia sigue siendo el sistema político más adecuado para el progreso de las naciones, pues aporta elementos esenciales como la fortaleza institucional, la transparencia, el acceso a la información y la libertad de prensa, y permite que los ciudadanos tengan voz y voto para contribuir a los procesos de toma de decisiones desde el manejo del Estado.

En 20 años se invocó la Carta Democrática en al menos nueve oportunidades. En siete de esos casos, la función preventiva fue eficaz para evitar el escalamiento de crisis político-institucionales que podrían haber puesto en riesgo el proceso democrático o el legítimo ejercicio del poder y derivar en rupturas del orden democrático.

Cuando estamos afrontando tiempos de incertidumbre en muchas áreas del devenir en nuestras sociedades, no solamente por la pandemia, sino por los desastres naturales, el incremento en la pobreza extrema y los retrasos en aspectos sociales como la educación, la salud y la vivienda, con el agravante de un deterioro social que se manifiesta en el aumento de los índices de inseguridad y la expansión del narcotráfico y organizaciones criminales en varios países, la solución está en instituciones fuertes, sólidas y legítimas que sean fuente y a la vez garantía de los derechos ciudadanos.

Para Colombia resulta preocupante que justo ahora, cuando más necesitamos de la solidaridad, colaboración y cooperación hemisférica y global para recuperarnos de las desastrosas consecuencias del covid-19 y enfrentar los retos del presente y el futuro de la región, se levanten voces en contra de la OEA que pretenden minimizar sus principios y objetivos primordiales y trasladarlos a otros escenarios o, lo que es peor, crear nuevos escenarios en los cuales se relativice la necesidad de la democracia.

América Latina no debe permitir que en nuestra región se normalice como opción válida el ejercicio indefinido del poder acallando a la oposición y a la prensa libre y muchas veces tomando control de la justicia, como si mantenerse en el poder fuera un derecho de quienes lo ostentan por haber llegado a él en un primer momento, de manera legítima o, por haberlo recibido por designación de quienes ya lo ostentaban con claros rasgos dictatoriales.

No podemos confundir regímenes autoritarios o populistas con regímenes democráticos, por el simple hecho de que en el caso de los primeros se realicen elecciones que muchas veces parecen tan solo una simulación.

Por el contrario, la Carta Democrática de la OEA también destaca los otros elementos constitutivos de la democracia como el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales, en especial la libertad de prensa; el ejercicio del poder sobre la base del Estado de Derecho y la libre decisión de la voluntad popular; la transparencia y la separación de poderes, entre otros, que deben confluir y permanecer para que exista una verdadera democracia.

Ello implica, claramente, que para tener democracia no se trata solamente de que una persona sea elegida, sino que, además, debe gobernar democráticamente y respetar que la elección popular siempre se hace a término definido.

Nuestro país está convencido de que no se puede renunciar a la defensa la democracia, ni dar señales equívocas en esa dirección.

Para América Latina la tolerancia con dictaduras en el territorio de los vecinos puede convertirse en la sumisión y entrega futura de nuestra soberanía territorial y de las libertades de nuestros hijos y de varias generaciones, a regímenes muchas veces mezclados con la corrupción, el narcotráfico y el crimen organizado, entre otros.
En Colombia hemos sido, somos y seremos defensores de la democracia, cueste lo que cueste, porque esa es la única forma de proteger el futuro de nuestro país.

Si abandonamos hoy la defensa del compromiso colectivo inherente a la fundación de la OEA, se abriría paso a las dictaduras populistas en el hemisferio para reeditar tal vez, en el futuro, las dictaduras militares superadas con tanto esfuerzo en la década de los 80 del siglo pasado.

Lo que sucede hoy con Venezuela no deja dudas de las consecuencias de una dictadura: la destrucción completa del aparato productivo; el deterioro de las variables económicas; la precariedad en el nivel de ingreso y las posibilidades de una vida digna para los ciudadanos; el deterioro en los indicadores del empleo, como un factor derivado del mercado, para convertirse en el privilegio de unos pocos vinculados a la burocracia por su cercanía con el régimen.

La tolerancia con rupturas democráticas es asumir deliberadamente la renuncia al ejercicio de la soberanía por decisión del pueblo, para dejarla en manos de terceros que no responden ante el pueblo y no se sabe a qué intereses ocultos o foráneos responderán.

Nuestro deber es hacer todo lo que esté a nuestro alcance para evitar que avance por la región el cáncer de los populismos autoritarios y aportaremos toda nuestra colaboración a que en aquellos lugares en que ha habido una ruptura democrática, se haga el tránsito hacia una mejor y más profunda democracia como producto de la decisión libre de su propio pueblo.

La Carta Democrática Interamericana tuvo como precedente para su elaboración un mandato de la III Cumbre de las Américas, celebrada en Quebec (Canadá), en 2001, cuando Hugo Chávez daba ya señales claras de su proyecto y su propósito.
La OEA demostró varias veces en estos 20 años su capacidad de respuesta frente a situaciones de tensión o crisis político-institucional, cuando los Estados miembros solicitaron su apoyo.

Hoy más que nunca creemos en el sentido y propósitos de la OEA y debemos asegurar constructivamente, entre todos, cómo su papel puede ser más eficaz.

Columna publicada en El Tiempo:
https://bit.ly/39gQjHH