Por Marta Lucía Ramírez
Vicepresidenta y Canciller de Colombia
14 de julio de 2021.
Colombia y Chile comparten una histórica relación de amistad y cooperación, que se ha visto fortalecida con el diálogo político al más alto nivel, el dinamismo de sus economías, la coincidencia en sus visiones de desarrollo y de inserción en la economía global. No en vano, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, ambos países lideraron regionalmente el crecimiento económico per cápita acumulado de las últimas tres décadas.
La pandemia del COVID-19 ha puesto a prueba todo nuestro tesón. Este virus, cuya primera confirmación se dio con apenas tres días de diferencia en ambos países, transformó completamente nuestra cotidianidad. Los gobiernos nos vimos en la necesidad de implementar medidas de aislamiento para controlar su propagación, con la inminente paralización del aparato productivo y con un devastador impacto en nuestras economías.
Hoy, cuando el mundo afronta grandes retos, nuestras prioridades comunes cobran especial relevancia para superar, unidos y con celeridad, estos tiempos adversos para la región y para el mundo. Sin duda nos unen intereses económicos, valores democráticos cimentados en el Estado de Derecho, la economía de mercado, los derechos humanos, el emprendimiento, la equidad y la cooperación internacional.
Tenemos escenarios de crecimiento, proyecciones y metas comunes como la Alianza del Pacífico, de la que somos fundadores, junto con México y Perú. Este año, bajo la Presidencia Pro Témpore que ejercemos, hemos avanzado en el desarrollo de nuevas oportunidades comerciales, internacionalización de las pymes, facilitación del comercio mediante la eliminación de las barreras arancelarias y no arancelarias, y la armonización y la simplificación de procedimientos comerciales. Seguiremos trabajando, con el mismo ahínco, para convertirla en una plataforma de unión estratégica de América Latina con Asia.
Nuestra relación se ha fortalecido, además, a través de la Asociación Estratégica que lanzamos en 2011, la cual abarca todas las dimensiones de nuestra agenda: diálogo político, profundización económica y comercial, cooperación judicial, educativa y cultural. Una vez la situación de la pandemia lo permita, realizaremos la IV Reunión del Consejo de la Asociación Estratégica, para abordar, de manera integral y minuciosa, la agenda bilateral, como antesala al encuentro que sostendrán los Presidentes Iván Duque y Sebastián Piñera en Colombia.
Nuestro objetivo es ampliar el espectro de cooperación, inversión e intercambio económico, para impulsar juntos la reactivación de la economía. En materia comercial, los dos países son también grandes aliados. Durante el año 2020, a pesar del COVID-19, el comercio bilateral alcanzó cerca de US$ 1.500 millones, ubicándose entre los 15 destinos predilectos de exportación de productos colombianos.
En la última década, la inversión creció de manera significativa, y actualmente ambos mercados son la principal alternativa de expansión para empresarios chilenos y colombianos. El monto acumulado de inversión de las empresas chilenas en Colombia, en los últimos 8 años, superó los US$ 5.700 millones, de acuerdo con el Banco Central de Colombia, mientras que las empresas colombianas en Chile, han invertido desde el año 2012, US$ 3.265 millones, según la misma entidad.
Es, entonces, la oportunidad de repotenciar nuestro aparato productivo. Como miembros de la Cuenca del Pacífico, contamos con ventajas estratégicas, grandes recursos naturales y enormes opciones comerciales, potenciadas por un sector privado pujante y una población joven activa y competente. Tenemos que volcarnos, además, a aprovechar al máximo nuestras potencialidades en biodiversidad, de manera sostenible. En materia bioceánica, en nuestro país, hemos identificado cerca de 11 ejes estratégicos de inversión de alto impacto.
Es también una oportunidad para lograr la inclusión, que todos los ciudadanos gocen de los beneficios del progreso económico. Reconocemos como gobierno que las protestas ocurridas en Chile en 2019, y en Colombia más recientemente tienen un grado de similitud puesto que reflejan la insatisfacción de una clase media emergente, que ve cómo sus expectativas de vida no se han cumplido y exige un Estado más comprometido con la igualdad y la justicia social.
Siguiendo el espíritu democrático de ambos países, nuestra respuesta ha sido el diálogo y la búsqueda de consensos. En el caso de Chile, se ha traducido en el inicio de una Constituyente, y en el de Colombia, en el anuncio de programas sin precedentes de apoyo a los más vulnerables: la población informal, que representa cerca de la mitad de la población ocupada en América Latina, pero no cuenta con un ingreso estable ni acceso a seguridad social; a las mujeres, históricamente marginadas; y a los jóvenes, con un nivel de desempleo superior al 30%.
No obstante las dificultades de la actual situación mundial, en Colombia y Chile vemos el futuro con optimismo, decididos a trabajar por una mayor integración que nos exige abrir un nuevo abanico de oportunidades comerciales y de inversión, así como promover el intercambio de conocimientos y experiencias en salud pública.
Columna publicada en:
Diario El Mercurio de Chile.
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